Monday, March 12, 2018

Mensaje de @javier_trevino en la reunión del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE)

Mensaje de Javier Treviño Cantú, Subsecretario de Educación Básica de la SEP,  39ª Reunión de Coordinadores Nacionales del LLECE, 7 de marzo de 2018, Ciudad de México.

La historia del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación está íntimamente vinculada a la historia de la última etapa de reformas educativas del siglo XX en América Latina y a la primera etapa de reformas del siglo XXI.
A iniciativa de la UNESCO, surgió  a mediados de la década de los noventa (1994) con tres propósitos principales:
1.      Fomentar la política educativa basada en evidencia a través de la generación de datos, obtenidos mediante métodos científicos, sobre la calidad de la educación y los factores asociados a ésta;
2.      Desarrollar capacidades técnicas e inducir la formación de cuadros profesionales encargados de la evaluación de las políticas y los procesos educativos en los países latinoamericanos;
3.      Ofrecer una plataforma regional de generación de ideas, debates técnicos y acceso a información y bases de datos, para mejorar la medición y evaluación de calidad de la educación, con una perspectiva integral.
Es interesante recordar que el surgimiento del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación*/ se dio en un contexto social, político y económico particularmente complejo, detonado por profundos procesos de reformas económicas y políticas en América Latina, que provocaron tensiones de diverso grado en los sistemas educativos.
En la década de los noventa en la mayoría de las naciones latinoamericanas emergieron iniciativas y esfuerzos de reformas educativas, que planteaban la necesidad de avanzar hacia políticas menos centralistas, con mayor énfasis en la calidad, la equidad y la inclusión educativa.
Desafortunadamente muchos de los esfuerzos, por diversas razones, no tuvieron los resultados esperados. Una de éstas fue, sin duda,  la debilidad, cuando no la ausencia, de marcos teórico.-conceptuales, herramientas analíticas y acervos de información, suficientes y accesibles,  para lograr un adecuado seguimiento y evaluación de las políticas, programas y proyectos educativos.
Por ello, la iniciativa de la UNESCO para desarrollar en 1997, a través del LLECE, el Primer Estudio Comparativo y Explicativo (PERCE), tuvo un importante apoyo. Por vez primera se planteó la necesidad de realizar una medición comparativa, a gran escala, del desempeño escolar y los logros del aprendizaje.
El PERCE  tuvo como objetivo principal aportar información para el conocimiento de la calidad de la educación en la región, así como orientar la toma de decisiones en políticas públicas educativas.
En ese primer estudio, cuyos resultados se publicaron en noviembre de 1998, sobre los aprendizajes de estudiantes de tercer y cuarto año de educación primaria, en las asignaturas de lectura y matemática, participaron trece países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Honduras, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela.
Con ese antecedente, a fines de 2002, los países que conforman el LLECE desarrollaron el Segundo Estudio Regional, SERCE, implementado en 2006, aprovechando la experiencia del PERCE, para ampliar el análisis a 16 países, grados escolares y áreas evaluadas (se incluyó escritura y ciencias). Sin embargo los resultados se publicaron hasta junio de 2008.
En 2010, los países participantes en el LLECE acordaron llevar a cabo el Tercer Estudio Comparativo y Explicativo TERCE. Fue aplicado en 2013 y abarcó 15 países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay) más el Estado de Nuevo León (México).
Al igual que el SERCE, el TERCE evaluó el desempeño escolar en tercer y sexto grado de escuela primaria en las áreas de Matemática, Lenguaje (lectura y escritura) y, para sexto grado el área de Ciencias Naturales.
Sus resultados, publicados en 2015, aportaron información valiosa para el mejor conocimiento sobre la calidad de la educación en la región, así como para orientar la toma de decisiones en políticas públicas educativas.
Sin duda, la contribución de la UNESCO, junto con otros organismos multilaterales, al estudio de los sistemas y políticas educativas en América Latina nos colocan en una situación cualitativamente distinta a la de hace 20 años.
Hoy, las autoridades educativas nacionales y locales,  así como los colectivos docentes, al interior de cada escuela, disponen de una gran cantidad de información, cualitativa y cuantitativa, para una mejor toma de decisiones.
En el caso de México, la reforma educativa, aprobada en 2013,  fortaleció la planeación y la evaluación educativa, encomendando la coordinación del Sistema Nacional de Evaluación Educativa al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, organismo constitucionalmente autónomo.
A diferencia de otras épocas, hoy la evaluación constituye un elemento fundamental, intrínseco de la política educativa en México. Si bien es cierto que, por sí misma, la evaluación no mejora la calidad de nuestro sistema educativo, sí constituye un instrumento de incuestionable valor para contribuir a que esto ocurra.
La evaluación desempeña un papel central en el Modelo Educativo para la Educación Obligatoria, tanto para la evaluación sistemática de los aprendizajes de los alumnos de educación básica y media superior, como para el funcionamiento del sistema de desarrollo profesional docente, basado en el mérito.
Podemos afirmar que la evaluación formativa es una realidad.
Entre 2014 y 2017 más de 1.2 millones de docentes han participado en los concursos de ingreso, promoción y desempeño en la función docente.
Asimismo, con base en los resultados de las evaluaciones y considerando las necesidades de formación docente, en 2017 más de 626 mil profesores de educación básica recibieron capacitación. 
Asimismo, el INEE a partir de la información obtenida en los estudios de evaluación, genera directrices las cuales son asumidas por las autoridades educativas, federal y locales,  para  el diseño de políticas, programas y proyectos que mejoren la calidad, equidad e inclusión de nuestro sistema educativo.
Sin duda, el mandato del estado de garantizar la calidad de la educación obligatoria para todos los educandos, constituye el aspecto medular de la  reforma educativa y la evaluación se erige como una estrategia insustituible para contribuir a lograrlo.
En este marco, estudios como el Estudio Regional Comparativo y Explicativo del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, constituye una muy importante fuente de información para medir los avances hacia una educación de calidad, con equidad e inclusión.
El LLECE -que por cierto nació en México el 10 de noviembre de 1994- es de gran relevancia para nuestro país y considero que también lo es de los países latinoamericanos.
Gracias a estudios como los desarrollados por el LLECE, el diseño de las políticas educativas se realiza tomando como base evidencias empíricas sobre la calidad de la educación y los factores asociados a la misma.
El LLECE constituye, sin duda, un referente latinoamericano de concertación y colaboración en evaluación educativa, ya que los países participan en todas las etapas del proceso de evaluación; asimismo, los instrumentos de evaluación se diseñan considerando las características curriculares y el contexto de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe, lo cual permite obtener información regional, contextualizada y por ello con elevada pertinencia. 
Por ello, el LLECE ha sido considerado como un mecanismo clave para el monitoreo y seguimiento del Marco de Acción de la Agenda de Educación 2030 y del Objetivo de Desarrollo Sostenible N° 4 sobre Educación en la región.
Estoy seguro que este evento cumplirá sus objetivos.  Entre ellos el de facilitar el intercambio de información,  ideas y propuestas de académicos y especialistas, para consolidar a la evaluación como herramienta fundamental de la nueva generación de políticas educativas en la región, enfocadas a detonar el enorme potencial que existe en todas las niñas, niños y jóvenes de nuestros países.

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